La oración es para la mayoría de los cristianos una asignatura pendiente. Muchos siguen en aquello de… “cuatro esquinitas tiene mi cama…” otros, ya olvidaron lo poco que se les enseñó.
Esta serie va a requerir, gran esfuerzo y tesón, de todos aquellos que quieran sinceramente aprender a orar. No se trata de abrir un PPS de tres minutos y pensar… “qué bonito” Es necesario que durante esos tres minutos, seamos capaces de desconectar de todo nuestro entorno y dejar que las palabras nos penetren hasta el fondo. Es importante, también, establecer un hábito, entrando en cada uno de los temas, cuantas veces lo sintamos necesario.
«Rezar es difícil. De hecho, la oración es el lugar por excelencia de la gratuidad, del tender hacia el Invisible, el Inesperado y el Inefable. Por eso, para todos la experiencia de la oración es un desafío, una «gracia» que invocar, un don de Aquel al que nos dirigimos.» Catequesis sobre la oración Benedicto XVI
Probablemente, nunca aprendamos a orar, pero al menos, lo habremos intentado. Dios no nos puede pedir más.
Mi agradecimiento a D. Antonio Bravo Tisner , párroco de San León Magno (Madrid) Todos los textos de esta serie, que hoy empezamos, han sido recogidos de su página.
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